domingo, 3 de abril de 2011

Chardin 1699-1779

Continuo mi tour artístico por Madrid con mi cartilla del paro. Acabo de estar en el Prado viendo la exposición de Chardin, 1699-1779. He de reconocer que era un desconocido para mí, pero me ha encantado. No es que todos los cuadros fueran bonitos, pero la técnica que utilizaba era genial.

Era una persona perfeccionista, y se nota en los trazos, porque no se conformaba con que te hicieras una idea de lo que pintaba, sino que quería todos los detalles perfectos. Cuando pintó el primer cuadro que exponen, Liebre muerta con zurrón y petaca de pólvora, dicen que pensó que tendría que pintarlo como si nunca hubiera visto una liebre. Tal era su perfeccionismo.

Era pintor de naturalezas muertas, sobre todo, pero también pintó retratos. En las naturalezas muertas se preocupaba de captar la naturalidad de las escenas de las piezas cazadas. Consigue que el pelaje de conejos y liebres parezcan casi reales o que las plumas de los patos parezca que brillan. Los cuadros de utensilios de cocina me han gustado cuando me alejaba del cuadro y dejaba de distinguir las pinceladas. A veces parecían fotos. Los calderos de cobre son impresionantes.

Los retratos son bonitos. Chardin capta la inocencia, la concentración o ensimismamiento de los niños y hay cuadros preciosos.


El niño de la peonza

También pintó escenas familiares de gente de la burguesía (porque claro, el pobre tenía que comer), y lo que prima es la naturalidad y el cariño de los personajes retratados.

Me ha gustado lo que transmite la exposición. Chardin debía de ser un hombre bueno, esclavo de su perfeccionismo, pero no creo que tuviera mala vida, o al menos, él no estaba amargado porque no lo transmite.

Sólo una cosa que me tiene intrigada: de dónde sacaba los modelos de sus naturalezas muertas del principio?, porque explicaban que vivió precariamente, y las piezas de caza y la comida que pinta no tiene mal aspecto...

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