sábado, 9 de abril de 2011

La bibliotecaria de Basra

Libros que se fugaron de una biblioteca en Iraq antes de que fuera incendiada
Por Shaila K. Dewan
Publicado: 27 de julio de 2003 en The New York Times
Traducido por mALi

La casa de Alia Muhammad Baker está llena de libros. Hay montañas de libros, libros en los armarios, libros metidos en sacos de harina como unas sucias raciones de comida. Hay libros dentro de una vieja nevera. Al retirar las cortinas de la ventana, no se ven más que libros.

Hay libros en inglés, libros en árabe y una versión del Corán en español. Hay manuscritos, de cientos de años, sobre los casos más complicados de la gramática árabe y el arte de decir la hora. Hay una biografía del profeta Mahoma de alrededor del 1300. Contándolos todos, según la señora Baker, hay unos 30.000. Y eso sin contar las publicaciones periódicas.

Estos libros son fugitivos, y la señora Baker, una bibliotecaria de 50 años con fuertes zapatos, es la ingeniera que ideó el túnel para su fuga. Al llegar las tropas británicas a Basra a comienzos de abril, escondió los volúmenes de la Biblioteca Central de la ciudad, pasándolos sobre un muro de más de 2 metros de altura, al cuarto trasero de un restaurante y llevándolos luego en camiones hasta su casa. Sus amigos y los empleados de la biblioteca fueron reclutados para cuidar este tesoro bibliográfico.

Los libros que dio tiempo a salvar constituyen un 70% de la colección de la biblioteca. Nueve días después, el edificio de la biblioteca sufrió un misterioso incendio.

La supervivencia de los libros es aún más importante porque, en Bagdad, los saqueadores dejaron tanto la Biblioteca Nacional como el edificio del gobierno donde había miles de Coranes iluminados, en la más completa ruina. Incluso algunos manuscritos llevados desde la biblioteca de Basra para ser estudiados en Bagdad fueron destruidos.

A pesar de los que salvó, la señora Baker, la bibliotecaria jefe en Basra durante 14 años, se lamenta de los que dejó atrás.

- Fue una lucha cuando quemaron los libros,- dijo. - Imaginaba que esos libros de Historia y Cultura y de Filosofía gritaban “¿Por qué?, ¿por qué?, ¿por qué?”.

Antes de que comenzara la guerra, la señora Baker había solicitado permiso al gobernador de Basra para llevar los libros a un lugar seguro, pero se lo denegaron sin ninguna explicación.

La señora Baker, sin embargo, no se dio por vencida fácilmente. Aunque no estaba permitido el préstamo en la biblioteca, durante varios años ella fue prestando libros a los lectores y así los enviaba a casa.

- En el Corán, lo primero que Dios le dijo a Mahoma fue ‘Lee’,- decía.

Con la ayuda de la señora Baker, la biblioteca se convirtió en un punto de encuentro, donde doctores, abogados, profesores y artistas se reunían cada tarde. - Mi oficina no era un despacho para dignatarios,- dijo. - Era una sala de reuniones.

Tan pronto como comenzó la guerra, llevaron los despachos del gobierno a la biblioteca, un edificio moderno de altas estructuras cúbicas. Colocaron un arma antiaérea en el tejado.

La señora Baker y los demás dijeron que eso era parte de un plan calculado por el gobierno, que asumía que la biblioteca no sería bombardeada, ya que si no, los ataques podrían generar resentimiento contra las fuerzas aliadas.

La señora Baker siguió yendo a trabajar, pero cada tarde llenaba su coche con libros y se los iba llevando silenciosamente a su casa.

El 6 de abril, el día en que los británicos entraron en la ciudad, tuvo que darse prisa en sacar los libros. Al mediodía, la señora Baker fue a la biblioteca y vio que los trabajadores del gobierno se habían marchado, dejándola indefensa. A la mañana siguiente, hubo fuego de artillería por todas partes y ella fue a comprobar cómo estaba la biblioteca.

Primero llamó al restaurante de al lado, el Hamdan, y preguntó a uno de los dueños, Anis Muhammad, si podía ayudarle. Al entrar en la biblioteca vio que las alfombras, muebles y luces ya habían sido saqueados.

- ¿Qué puedo hacer?.- El señor Muhammad dijo, recordando las palabras de la señora Baker “Se trata de toda la historia de Basra.”

El señor Muhammad, de 49 años, llamó a sus hermanos y a sus empleados. Llevaron los libros desde la biblioteca, pasándoselos de mano en mano sobre el muro y los fueron apilando en las habitaciones vacías del restaurante.

Los tenderos del otro lado de la calle se unieron a ellos. Y luego se unieron más vecinos.

Usaron sacos y cajas. La señora Baker utilizó las cortinas de la biblioteca para envolver los libros. Trabajaron toda la noche hasta el día siguiente por la tarde llevando los libros de todas las materias, excepto una.

- Los libros relacionados con Saddam Hussein los dejábamos,- dijo Hussein Muhammad al-Salem al-Zambqa, vendedor de perfumes y lavanda.

- La gente que llevaba libros, no todos habían estudiado,- dijo el señor Zambqa. - Algunos no sabían ni escribir ni leer, pero sabían que eran unos libros muy valiosos.

La noche del incendio, el señor Muhammad dijo que pidió ayuda a los británicos, pero no hicieron nada. Al día siguiente una patrulla británica se detuvo en el restaurante Hamdan y le preguntaron al señor Muhammad porque tenía armas. El señor Muhammad contuvo el aliento, preocupado por si registraban el negocio. “Eran sólo para proteger su negocio”, les dijo a los soldados.  - No saben que tengo toda la biblioteca en mi restaurante,- declaró.

La señora Baker es fuerte, pero no invencible. Después del incendio, sufrió un ataque. Pero dijo que primero verá cómo se reconstruye la biblioteca, y después se jubilará.

- La invasión mongola, aquella fue la última vez que alguien incendió una biblioteca,- contaba. De acuerdo a la leyenda, en el siglo XIII, el líder mongol Hulagu incendió la biblioteca de Bagdad, pero él tiró los libros al Tigris, así que  el río se volvió azul a causa de la tinta.

Después de que Basra volviera a la calma, la señora Baker y su marido alquilaron un camión para llevar los libros a su casa, distribuyéndolos después entre amigos de confianza y empleados de la biblioteca.

En el vecindario, se rumoreaba que la señora Baker era una saqueadora, la peor de todos.

- La gente me miraba y decía “¿Porque lleva tantos libros esta mujer?”,- me contaba la señora Baker. - La gente roba cosas mucho más valiosas.

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